El ego es necesario pero peligroso

El ego es necesario pero peligroso

6 de julio de 2022 Lenguaje 0
ego

Cuando digo que el ego es necesario pero peligroso, tengo claro que es una frase controvertida y que necesita una explicación, y por eso lo voy a hacer con detalles.

Imaginemos cuando hablamos con alguien y nos comparte un viaje, algo que ha conseguido, algo que le ha pasado o está viviendo. Si nuestra respuesta es del tipo: «pues yo…» o «pues a mi…» acabamos de dinamitar la relación porque acaba de salir nuestro ego a funcionar. Ahí es donde digo que el ego es necesario pero peligroso porque acabamos de sacarle a pasear de forma incontrolada y eso hace daño a la relación.

Un viaje impresionante

Te pondré un ejemplo. Tu amigo te dice «No veas el viaje que hemos hecho, nos hemos pasado 6 días en México, viendo las playas y unos sitios que han sido increíbles, es un país precioso». Y tú dices de inmediato: «Es verdad, México es fantástico. Yo he estado 3 veces y me encanta. Estuve hace 20 años la primera vez y bla bla bla…».

¿Te has dado cuenta? de nuevo insisto en que el ego es necesario pero peligroso porque acabamos de repetir la misma jugada que explicaba en el párrafo anterior. Nos explicaba algo ilusionado y en vez de valorarlo, le hemos dicho que lo nuestro es mejor. Con otras palabras, pero lo hemos dicho.

Otro ejemplo. Tu compañera de trabajo te comenta «Ayer estuve en el médico y me han dicho que tengo tal enfermedad y estoy un poco asustada porque es importante». Y tú respondes de inmediato «Uy eso no es nada, a mí me han diagnosticado YYY. Llevo 2 años pasándolo fatal porque el médico dice que esto y lo otro y yo hago esto… bla bla bla…».

Es fácil de entender. Claro que el ego es necesario, pero peligroso. Lo es cuando se antepone para competir por querer decir que lo nuestro es de mayor envergadura que lo suyo. Estamos transmitiendo algo como «te he ganado de nuevo». Ego satisfecho, pero pagando un alto precio, relación arrasada.

El ego es necesario pero peligroso

Un tercer ejemplo. Tu vecina te dice «Que orgullosa estoy de mi hijo, se acaba de graduar en bachillerato y con una buena nota, ahora ya le toca elegir la carrera que hará» y tú respondes «Pues el mío ya está terminando la carrera de Derecho y no veas que feliz me tiene, sacando todo cada año y sin problemas, el año que viene tendremos un abogado en casa y bla bla bla…».

Lo veas como lo veas, el ego es necesario pero peligroso cuando lo que pretende es vencer y demostrar que somos el nº 1 de la conversación.

el ego es necesario pero peligroso

Muy bien, pero…

Estás sacando tu ego a pasear. Estás diciéndole que lo suyo está bien pero que tú eres más relevante, que tu familia es más importante o que tu vida es más apasionante que la suya.

Acabas de ganar la competición de «La batalla del ego» y acabas de perder algo mucho más decisivo en la vida, la relación intrapersonal con esa persona. Pregúntate ¿ha merecido la pena? Pues si vas quemando relaciones de esta forma, te vas a quedar más solo que la una.

El ego es necesario, pero la falta de control del ego es peligrosa porque hace desaparecer todo lo bueno que aportamos al mundo y sólo se le ve a él.

Por eso digo que el ego es necesario pero peligroso al mismo tiempo.

Necesitamos el ego. Es el que nos impulsa a ir hacia delante, a crecer, a querer ser mejores y a querer avanzar en la vida, con un mejor trabajo, mejor familia, un mejor proyecto o lograr los resultados con el que estamos desarrollando, a aprender cosas nuevas, etc. Pero cuando lo tenemos fuera de control, envenena nuestra vida y nuestras relaciones.

Yo no soy así

Y muchas veces pensamos que nosotros no somos de ese tipo de personas porque pensamos que no decimos todo eso que yo mencionaba antes. Aunque la verdad es que nos autoengañamos por dos motivos.

El primero es que lo hacemos sin ser conscientes. Y el segundo porque no hace falta decirlo, es suficiente con pensarlo, ya que digamos lo que digamos, si lo pensamos, se colará entre líneas en nuestro lenguaje no verbal o paraverbal.

Es decir, se filtrará en nuestros gestos, el tono de nuestras frases, en la ironía subyacente de nuestras palabras o en tantos otros matices que dejarán claro que estamos tratando de que no se nos escape pero que lo sentimos. Y el efecto es casi tan negativo como si lo verbalizáramos.

¿Y por qué dices que el ego es tan peligroso?

Insisto, el ego es necesario pero peligroso si no lo tenemos controlado y a buen recaudo. Dejemos el ego a un lado cuando hablemos con los demás.

Hagamos el esfuerzo de empatizar, de disfrutar con el disfrute de la otra persona cuando nos cuenta ese viaje y lo hace con una emoción preciosa.

Cambiemos el chip

Empaticemos con ella cuando nos relata su preocupación por esa enfermedad que le han diagnosticado y que la tiene con la incertidumbre de cómo lo va a resolver o cómo se va a adecuar a ella.

Tratemos de aportarla valor y no ser la estrella.

Empaticemos con ella cuando nos explica lo orgullosa que se siente al contarnos la graduación de su hijo. Disfrutemos juntos de ese momento tan emocionante. que perciba que nos alegramos de su emoción y su éxito.

Y no solo digo que escuchemos con atención, sin interrupciones, con escucha activa, que es imprescindible. Sino que hagamos un esfuerzo de inmersión en sus palabras, en sus emociones, en su forma de sentirlo y explicarlo para poder entender y comprender lo que vive y quiere transmitirnos. Ella lo va a percibir y eso nos conectará.

Y lo mío ¿para cuándo?

El problema está en que en el fondo nos decimos «Ya, eso está muy bien, pero yo también le quiero contar lo mío». Y eso solo denota que necesitas mejorar algún aspecto de tu autoestima.

Si la tuvieras lo suficientemente alta, no necesitarías que los demás supieran y reconocieran lo importante que eres. Tú ya lo sabrías tú sin que lo tuvieran que refrendar el resto del mundo.

Y ojo, que soy consciente de que el ser humano es un ser relacional, y por tanto es precioso compartir lo que vivimos, lo que sentimos, y nuestras preocupaciones o aspiraciones. Por supuesto que sí.

Pero eso no te obliga a que debas hacerlo todo el día con todo el mundo y que lo necesites hacer cada vez que alguien quiera compartirte o comentarte algo personal. Cada cosa en su momento.

Si escuchas cuando ellos compartan contigo, ellos te escucharán cuando, otro día, quieras hacerlo tú.

Ese momento es su momento.

Evita competir, dale espacio, escucha y empatiza.

Tú ya encontrarás otra ocasión para contarle lo tuyo. No en ese instante. Y si no aparece ese momento para ti, tampoco pasa nada, no te vas a morir por ello.

 

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